miércoles, 19 de abril de 2023

Flores de todos los colores para don Adrián Flores Albán

Con "Alma, corazón y vida"..., mi artículo publicado el domingo 16-04-2023, en Semana, Diario El Tiempo, Piura, sobre don Adrián Flores Albán, pues hace unos días pasó al infinito de la historia musical del país.

Por Armando Arteaga

La sociedad peruana tiene características muy depresivas que suele aniquilar -casi siempre- cualquier resquicio de cierta felicidad, al éxito le pagan con el olvido, al amor con el desprecio, a la bondad con la locura, a la verdad con la mentira. Basta ver en las redes como miles de energúmenos sociales se comportan con resentimientos enfermizos ante los honores de los triunfos literarios de Mario Vargas Llosa. Una turba infame de iletrados y analfabetos, que nunca en su vida han leído un libro, y que escriben burro con v de vaca, exhiben sin temores sus vanas pretensiones de “tirar barro” con ventilador al más ilustre ciudadano peruano exitoso. Los peores de esta fauna sublime de atormentados son algunos “sesudos” intelectuales discordantes de izquierda. Digo todo esto, porque hace unos días falleció en el más reverendo olvido, don Adrián Flores Albán, el famoso compositor del valse “Alma, corazón y vida”.

Voy a peñas de música costeña desde que le pedí a mi padre que me “emancipara” a los dieciocho años, pues antes, en mis tiempos, uno adquiría la responsabilidad ciudadana todavía a los veintiún años. Fue en ese ínterin de mi desobediente adolescencia que conocí a tan ilustre personaje, un hombre sencillo a quien veía transitar por las calles del Rímac, bajo el puente, y con quien solía conversar en un restaurante que se llamaba “Rinconcito Arequipeño”, al que lo abrumaba con preguntas sobre la música criolla, abusando de su paciencia, de su docente figura. Era, este compositor musical, además, mi paisano, había nacido en Sullana, un 8 de setiembre de 1926. Obrero de construcción civil, a pesar de su fama musical y de su humilde actitud frente a la vida, un hombre sencillo, que cuando no había “laburo” en la construcción, a partir de 1988, se ganaba los garbanzos, trabajando durante veintiséis años al servicio del Hospital Materno Infantil de San Bartolomé de Lima. Y que ahora, recuerdo, me contaba, cada vez que le preguntaba, su valse “Alma, corazón y vida”, la había escrito cuando era soldado en el Batallón de Infantería, acuartelado en el Huásimo, tema dedicado a una enamorada “que no le había dado bola” en esa época.

Cuando Flores Albán fue ganado por los años y se fue a vivir (rodeado de sus hijos y nietos) a la ciudad Satélite “Santa Rosa” del Callao, entró prácticamente en un solitario anonimato, no usaba celular, y a sus 97 años, a pesar de su excelente estado de salud, cada vez era más difícil acordar una conversación con él, por el distanciamiento urbano hasta el Callao. A pesar de todo esta lógica, varios fines de semanas, lo fui a visitar. Y tuvimos excelentes conversaciones en estas efímeras reuniones, siempre llenas de recuerdos y de conocimientos musicales, en algunos “huaiques” de su barrio. Recuerdo haberle dicho que “Como una visión” me resultaba su mejor tema, al que él siempre respondía con una sonrisa “respetad al pueblo”… por “Alma, corazón y vida”. Tenía un sin número de composiciones: la polka “Que Viva Sullana”, y valses como “Ausencia”, “Por nuestro amor”, “Castigo”, “Más allá”, “Enigma de amor”, “Solo Tú”, y “Cruel destino”, entre otras. Su producción musical era numerosa.

Para mi gusto, Adrián Flores Albán y Miguel Correa Suarez, son los compositores piuranos que disputan el pedestal más alto de la música criolla peruana, no dejo de reconocer en una rápida antología a Pedro Miguel Arrese, en esta tierra de cantores y canciones, donde también destacan Rafael Otero López, Felipe Reyes Pinglo, Raúl Calle, “Mote” Ramírez, “Patorro” Rojas, “Vitucho” Mendoza Monasterio, Luis Cruz Núñez, Guillermo Riofrío Morales, y Miguel Ccicia Vázquez. Pero creo que Flores Albán, Correa Suarez, y Otero López, trascendieron fronteras, universalizando su mensaje. Y ese es el dilema, del hablar popular, de ir de lo simple a lo complejo, de ir al mundo sin salir de la aldea. Sé que estoy omitiendo otros nombres. El aporte de piuranos a la música costeña es tan amplio que creo que me da para escribir un libro. Volveré a ese tema en otra oportunidad.

El estilo norteño, piurano, tiene sus reconocidos motivos, su propia gema, con guitarra, cajón y voz mangache y/o malgache, antiguamente con arpa, donde su fuerte es el “tondero”, donde bailan hasta los colambos y los macanches, las iguanas y las pavas, entre los algarrobos, los ceibos y los sauces. El temperamento huraño de los piuranos se vuelve festivo con un rasgueo de guitarras. Allí la chicha es la bebida que alegra los corazones, y el “pachucho” nos devuelve la alegría.

Con el maestro Flores Albán, se va uno de los grandes, pues, hace unas semanas falleció, olvidado por los “desmemoriados” de este país. Nos dejó para siempre, pasó a la inmortalidad, aunque ya estaba -en vida- en esa inmortalidad. Es el último de una generación brillante de compositores que se va, solo comparable al ferreñafano Luis Abelardo “Chino” Núñez. Don Adrián es el poeta popular de Sullana, por eso merece una estatua en la ciudad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario