jueves, 10 de septiembre de 2020

Recordando a “Chalena” Vásquez

Chalena no vivió una sino muchas vidas…

Su cuna fue un pueblito llamado Jíbito, en Sullana, y la canción de su infancia la entonó el largo rumor del río Chira, verde como sus ojos. En casa oían la radio por las noches cuando su papá, el Negro Vásquez, ponía los valses y boleros de entonces y las voces criollas parecían venir de un cielo repleto de estrellas.

Al terminar el colegio se fue a estudiar Ciencias Económicas y Sociales a la Universidad de Trujillo, pero muy pronto la música se la llevó por interminables caminos. Se hizo estudiante de piano en el Conservatorio, cuando los maestros castigaban la herejía de tocar un aire popular porque malograba la técnica, decían. Fue también el tiempo que descubrió la narrativa de Arguedas, el mundo mágico de músicos y danzantes marchando en pueblos oscurecidos por abusos e injusticias.

Chalena se graduó como musicóloga en el Conservatorio Nacional de Música y realizó un posgrado en Etnomusicología en Venezuela. Los primeros años de su matrimonio se dedicó al estudio de la Fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo, donde descubrió el valor simbólico de los mitos andinos latiendo vivos en coreografías y mudanzas. Todo esto lo escribió en un voluminoso libro que permanece inédito y trajinado por las peregrinaciones de casi 30 años en busca de editora.

Tuvo por maestros a Isabel Aretz y Fernando García; especialmente este último la persuadió de la necesidad de estudiar y escribir sobre música en una región donde hacerlo resultaba casi una excentricidad, como hoy. Sus investigaciones dieron como resultado La práctica musical de la población negra en el Perú. Danza de negritos de El Carmen, trabajo con el que ganó en 1979 el Premio Casa de las Américas en Musicología, a la sazón su primer libro, publicado en La Habana.

Luego de años de investigación nuevamente en los Andes, publicó en 1988 ¡Chayraq! Carnaval ayacuchano y un año después Ranulfo, el hombre, sobre el compositor Ranulfo Fuentes, ambos en coautoría con Abilio Vergara.

Chalena no vivió una sino muchas vidas, todas intensas y encendidas por la urgencia de un mundo que había que transformar. Compuso decenas de canciones al agua, al campo, la soledad, los amores, los dolores de la injusticia y al joven mítico que tenía un charango debajito de su poncho, cerquita del corazón; musicalizó poesías que fueron waynos, santiagos, harawis, mulizas, marineras, tonderos o valses, géneros que conoció profundamente. Fueron célebres sus clases de música popular mientras caminaba rodeada de jóvenes contagiados por su entusiasmo, muchachos del teatro, la danza, la música y la locura, tocados todos por la generosidad de una Chalena que tejía con hilos de colores, con hilos invisibles que terminó regalando para que florezca la vida.

Tonadas al pie de la soledad fue el nombre de su último disco, como adelantándose al cumplimiento de un destino dibujado por el pulso feroz de la nostalgia. Chalena Vásquez partió de este mundo hace apenas unos días y quienes vivimos cerca de su Corazón alborotado, nos hemos quedado silbando sus tonadas al pie de una implacable soledad. Alalau, Chalenita. 

(Marino Martínez Espinoza, músico e investigador).

Rosa Elena Vásquez Rodríguez 

nació el 20 de octubre de 1950 en Sullana, 

radicando en el pueblo de Jíbito, jurisdicción de Sullana. 

Fallece el 11 de diciembre del 2016

Escrito publicado en la revista “Caretas”, 

Edición 2468: miércoles, 21 de diciembre de 2016