viernes, 28 de agosto de 2020

Poema de Lauro Martín Arranz

Ofrenda lírica a Sullana

Traed mi lira
que no canta como lira
sí igual guzla del desierto
que fogosa y delicada,
va a entonar hoy, temblorosa
sus vibrantes melodías
a Sullana, la graciosa,
que un poeta de más vuelo
vio vestida de sultana.

A esta dama ribereña
que, ocultando sus rubores,
se ha tendido en blanca hamaca
cobijada por mantones de Manila
que han tejido sutilmente
los añosos algarrobos
de la orilla.

Y se apoya en el ribazo
de la arena deslizante
a escuchar el secreto
de este Chira legendario
codicioso de hermosuras
que seduce y enamora
con dolientes melodías
milenarias, que aprendiera
de haravicos imperiales.

Y al cantarlas
murmurando sus amores,
va tejiendo de esmeraldas los encajes
que ha tenido en la otra banda,
cual si fueran orientales ceñideras
que embelesan y convencen a la bella
a rendirse entre las ondas
de este Chira codicioso
que a otras ninfas de ilusiones
ha arrastrado mansamente
para luego revolcarlas
en turbiones cenagosos
con que rinde vasallaje
a Caribdis, seductora,
que, sin mármoles, oculta
en cavernas submarinas
ya a los héroes, ya a los bravos,
ya a los ruines, que merecen
el eterno vilipendio.

De pronto, presuroso, recoge sus cendales,
saltando de su hamaca con vivida emoción,
dispersa al amorcillo que juega en las arenas
y mira en torno suyo, buscando una ilusión.

Sullana abrió la senda que el cielo le trazara
meciendo al siglo veinte en su auroral fulgor,
y viendo su destino, surgió como una reina
que atisba en el futuro magnífico esplendor.

Sus hijos la aclamaron magnífica y dichosa
y, al verla ya Provincia, con fueros y borlón,
pusieron en sus sienes riquísima diadema
todo oro y esmeraldas, como es su corazón.

Ya es Reina soberana. Las éticas bellezas
que en bronce se tiñeron, luciendo más vigor,
le dieron primacía en noble competencia
y hoy forman ya su corte, vestidas con primor.

Oyó luego altanera del Chira los requiebros,
y viendo los encajes del rico ceñidor,
tendió al río ancho Puente-arpón de sus dominios:
con noble afán de Reina, al valle conquistó.

Y ahora se retrata, mirando su belleza,
en aguas de ancho cauce, que el Puente sojuzgó,
Galana por el valle pasea su silueta,
cantando con sus hijos una égloga de amor.

SULLANA, que has visto nacer a tus hijos
cual ninfa de oasis, que en palmas soñó...
Ya vienen cargados con lauros de triunfo
trayendo al desierto feliz floradón:
canciones, laureles y mirtos,
lamentos, espinas, rosas de pasión,
y ruedas y cascos y brillo de espadas,
rugir de motores y trazos etéreos,
con arpas y liras, te ofrendan, Sullana,
florón de heroísmos que tu ser les dio.

Pisaron el polvo de todas las sendas,
subieron los riscos del Ande en la Sierra
llevando doquiera tu fe y tu ilusión.
Las aves oyeron sus cantos nostálgicos,
y muchos cayeron... sellando sus labios
la Parca traidora, que el hombre y su nombre
de olvido cubrió.

Yo he visto a la luna, vestida de nácar,
corriendo silente la tibia quietud,
traer en su seño collares de perlas,
lágrimas vertidas por tus sullanenses
que llevan tu nombre por todo el Perú.

Yo he visto a esa dama, viajera de plata,
pasar por tus calles, sembrando el amor,
medroso, atisbando por las celosías
por ver como guardas tu gloria y tu honor.

Levanta, SULLANA, tu frente de reina,
que el cielo prepara, flotante, un airón,
brindando a tu sien frisados destellos
de gloria, de triunfo, de paz y de amor.

Lauro Martín Arranz
(Hermano marista, español,
educador en el colegio “Santa Rosa”)