viernes, 10 de junio de 2022

"Hoy crucé el puente..." Narración de Oscar Agurto Saldarriaga

Con mi hijo a cuestas como un guardián y entre el aroma nocturno y la brisa del valle de los caciques, hoy cruce el puente...

Se avivaron los recuerdos en esta inusual ruta de la noche y estacionadas en el malecón por el obligado rojo del semáforo, apretujadas y llenas de gente, las viejas góndolas recibían ofertas : "tortaasss, mangooos, bodoqueessss". Y los inexpertos mercaderes corrían de aquí y de allá, buscando esperanza, alimentando una ilusión entre el calor del sol y la generosidad de un algarrobo que entre el Chira y el asfalto brindaban sombra y paz.

Hoy crucé el puente...y encontré a los churres en la calle corriendo tras una vieja pelota en improvisadas canchas de fútbol con dos piedras como arcos, jugueteando bajo la tenue luz que los focos, que, encumbrados en embreados postes de madera, la regalaban de manera silenciosa. Al final, la charla obligada de siempre. "Dicen que por el callejón sale el duende, mi tío me ha dicho que sale con un sombrero gigante y comienza a bailar. Yo si lo veo me las pico carajo...Ah, han visto ese hueco en el cerro, si te metes por allí llegas hasta donde está el lagarto encantado -el que es de oro- que vive en la nariz del diablo. Pero el que entra ya no sale nunca. En la puerta del hueco está la tijereta, es un pájaro negro que sólo sale de noche, como las lechuzas, pero cuando canta, seguro que alguien se muere..." Las historias transitaban por las mentes de los agitados deportistas que, sentados en las veredas de las casas vecinas, se convertían en vivaces narradores de historias sin fin hasta que muy avanzada la noche a los gritos de..."Tilo, Wilmer, Tachuela, Cau y otros" sus madres los llamaban a casa para dormir.

Hoy crucé el puente...y caminando de madrugada canasta en mano y un saco vacío y medio escondido, vi como los tallos y las hojas de las plantas dibujaban extrañas siluetas que la luz de la luna proyectaba en la oscuridad que precede al amanecer. Sonidos raros y un corazón agitado por el miedo, no fueron suficientes para detener la búsqueda de mangos, mameyes o paltas que alimenten el sueño de algo mejor. ¿Algo mejor...? era sólo una frase, pero encerraba el pequeño motor para impulsar la creencia de que se podía encontrar algo mejor. Sin chacra, sin propiedades, sin un solo metro de tierra que se pueda decir "mío", solo la solidaridad de la gente hacía que podamos crecer con alegría, con esperanza, con ilusión...

Hoy crucé el puente…y entre los gritos de "pásala, patea carajo, maquéalo bien y tantos otros" que se proclamaban con insospechada libertad en el viejo campín, una cancha de tierra, recordé el recinto obligado de tardes de peloteros y amigos del barrio. "Oe ya, jugamos veinte, veinte y primer gol se quita el polo. Sin trampas ahh. Hay que marcar las áreas con ceniza, jueguen despacio y el que mete la bola donde la "Capri" (se referían al bar La Caprichosa") la va a pedir. Ah, sí quedamos empates jugamos diez y diez pa ver quien se come el pollo y paque jueguen los demás". Y allí, en ese pequeño torneo mundial, donde no había un árbitro y se confiaba en la palabra y se pedía la opinión de un mayor para sentenciar si un gol fue hecho dentro o fuera del área y se le daba un reloj para que controle el tiempo, también se recorrían para el deleite de la afición los chupetitos, los chocolatines, los tamales de choclo verde y la chicha morada. Y allí crecimos, entre el coraje del barrio, la tradición de la gente, el murmullo de la amistad y la majestuosidad de los cerros del cacique.

Hoy crucé el puente y la nostalgia me volvió niño y encontré a mi madre jugando con mis cabellos ensortijados, apostado en su regazo, mirando como de a poquitos se encendían los focos del pueblo. Me preparaba para acompañar a mi padre, y pegados a nuestra vieja radio a pilas sintonizar RNE...Radio Nacional Espejo (una radio del Ecuador), para escuchar las historias de "El Rayo de Plata" con su soñador "serranito" o los actos justicieros de "Porfirio Cadenas" y también los consejos de "serenidad y paciencia mi querido amigo, mucha paciencia..." del gran Kalimán. De allí también me alimenté y seguro hay más historias.... Por hoy, creo que es suficiente, pues me dio una gran alegría cruzar el puente y espero no dejarlo de hacer.

Oscar Agurto
Saldarriaga